Sexta Parte
Casi sin apenas darse cuenta habían llegado ya al hospital y se encontraban delante de la habitación donde estaba su padre. Carla respiró profundamente y le pidió a su hermana que, por favor, la dejara sola con él. Se armó de valor y entró en la sala. Las paredes tenían un color azul cielo algo desgastado y las luces fluorescentes hacían que la estancia tuviese un aspecto de lo más tétrico. Un olor a rancio inundaba cada rincón, haciendo que le vinieran a la mente recuerdos que creía haber olvidado. Se acercó lentamente a la camilla de su padre y pudo observar el aspecto desmejorado y enfermizo que presentaba. Dormía. Sus ojos, llenos de arrugas, estaban cerrados con una delicadeza que pocas veces pudo apreciar estando con él. Parecía tan débil e indefenso... Cogió una silla y se sentó al lado de la camilla. Por su cabeza pasaban miles de excusas, explicaciones y reproches. De repente, una voz frágil rompió el silencio.
" Sé que no hice bien las cosas cuando aún estabas en casa, pero yo solo intenté ser un buen padre. Nunca tuve la intención de que te marcharas, ni de que dejaras de llamarnos a tu hermana y a mí. Ojalá algún día sepas perdonarme todo el mal que te causé... Jamás quise herirte y sólo quería hacer lo mejor para ti, aunque sé que aquella nunca fue la forma correcta."
Una lágrima resbaló por su pálido rostro, acompañado de la última exhalación de vida que quedaba en su cuerpo.
Casi sin apenas darse cuenta habían llegado ya al hospital y se encontraban delante de la habitación donde estaba su padre. Carla respiró profundamente y le pidió a su hermana que, por favor, la dejara sola con él. Se armó de valor y entró en la sala. Las paredes tenían un color azul cielo algo desgastado y las luces fluorescentes hacían que la estancia tuviese un aspecto de lo más tétrico. Un olor a rancio inundaba cada rincón, haciendo que le vinieran a la mente recuerdos que creía haber olvidado. Se acercó lentamente a la camilla de su padre y pudo observar el aspecto desmejorado y enfermizo que presentaba. Dormía. Sus ojos, llenos de arrugas, estaban cerrados con una delicadeza que pocas veces pudo apreciar estando con él. Parecía tan débil e indefenso... Cogió una silla y se sentó al lado de la camilla. Por su cabeza pasaban miles de excusas, explicaciones y reproches. De repente, una voz frágil rompió el silencio.
" Sé que no hice bien las cosas cuando aún estabas en casa, pero yo solo intenté ser un buen padre. Nunca tuve la intención de que te marcharas, ni de que dejaras de llamarnos a tu hermana y a mí. Ojalá algún día sepas perdonarme todo el mal que te causé... Jamás quise herirte y sólo quería hacer lo mejor para ti, aunque sé que aquella nunca fue la forma correcta."
Una lágrima resbaló por su pálido rostro, acompañado de la última exhalación de vida que quedaba en su cuerpo.
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