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Mostrando entradas de junio, 2013

44 gotas...

Tenemos la manía de pensar que para que una historia acabe bien, debe tener un final feliz. No nos damos cuenta de que no es necesario encontrar la felicidad única y exclusivamente al final del camino. Es más, en la mayoría de los casos, no suele ser así. Pero estamos tan cegados intentando alcanzar esa meta, que los verdaderos instantes de fugaz felicidad pasan desapercibidos. Entonces, ¿si vives una historia llena de pequeños capítulos felices pero con un desenlace taciturno, realmente no ha valido la pena vivirla? ¿Dónde quedan esos momentos llenos de sonrisas? ¿Y los ataques de risa imposibles de contener? Simplemente, se olvidan. Los borramos de nuestro recuerdo porque no creemos que merezca la pena seguir pensando en algo tan efímero. Y es triste.

43 gotas...

Tenemos tanto miedo a equivocarnos que muchas veces dejamos pasar oportunidades que no volverán a aparecer en nuestra vida nunca más. Y es triste. Es triste saber que por temor a cometer actos que luego puedan tener consecuencias (que, además no sabemos si serán positivas o negativas) , dejamos de intentar ser felices. Porque, al fin y al cabo, todo lo que hacemos tiene el mismo objetivo: la felicidad. No merece la pena dejar de intentar alcanzar ese objetivo simplemente por el puro temor a cometer errores. Tener miedo a lo que podrá ser no hace más que dar pie a que nos preguntemos qué pudo haber sido.