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46 gotas...

Y entonces, llegó un nuevo amanecer. Una nueva vida y, con ella, una nueva forma de vivir. Unas nuevas ganas de seguir luchando por ser feliz. Tenía del todo claro que había salido de aquel pozo oscuro que meses atrás la tenía encarcelada. Aquel pozo del cual creía que no iba a poder escapar nunca. Y lo había logrado. Ahora veía las cosas de otra manera, de una forma más optimista. Había dejado de lado los pensamientos negativos e intentaba darle un razonamiento más positivo a sus pequeños problemas. Su actitud había dado un giro de 180º. Su sonrisa... Casi permanente.









"Serás todo lo que quieras ser."


Se propuso ser FELIZ. 


Y lo consiguió.

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65 gotas...

Érase una vez una niña de ojos grandes y largas pestañas. Vivía en un pequeño pueblo pesquero, en una casita humilde con las ventanas y puertas de color azul, justo al lado de la playa. Le gustaba, al levantarse cada mañana, ir corriendo a la orilla a recoger las conchas nuevas que durante la noche habían traído las olas. En una de esas mañanas, nada más salir de casa, la pequeña niña vislumbró a lo lejos algo muy brillante, tan brillante que tuvo que entrecerrar los ojos. Como grande era su curiosidad, se acercó corriendo para ver de qué se trataba. Cuando estuvo lo bastante cerca como para ver qué era, pudo observar una hermosa concha dorada. Se quedó mirándola atónita durante un buen tiempo, ya que nunca había visto semejantes valvas de ese color y, después de unos minutos, intentó abrirla sin éxito. Lo siguió intentando durante las siguientes semanas, fracasando día tras día, hasta que decidió dejar de lado aquella maravillosa pero extraña concha. La puso en su mesita de noche, p

66 gotas...

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31 gotas...

Como en un sueño difuminado en el que los colores se mezclan hasta el punto de no saber cuál es cuál. Como un océano en el que desembocan miles de ríos cada día, haciendo que sus aguas se entrelacen creando nuevas corrientes. Como una caricia tan efímera que pudiera confundirse con el leve suspiro del viento. Como una palabra atascada en lo más recóndito del alma que, por miedo a salir, se refugia detrás de una lágrima. Sincera, como la sonrisa de un niño.