Quizá era la intensidad de su mirada o la sinceridad de su sonrisa. Quizá era la dulzura con la que la tocaba o la suavidad de sus caricias. Quizá era su forma de hablarle o el cariño con el que la besaba. Quizá era su aroma, su manera de moverse o la infinidad de pequitas que adornaban su cara. Quizá era esa carcajada única, aquella que solo producía rara vez y que a ella le encantaba, quizá por su melodía o quizá por su espontaneidad. Quizá era su humor o quizá la facilidad por sacarle una sonrisa incluso en sus peores momentos. Quizá era él. O Quizá era ella.
Quizá, en cualquier caso, eran.
Quizá, en cualquier caso, eran.
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