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54 gotas...

Un espejo es como un jarro de agua fría para aquellas personas que se buscan y no se encuentran. No porque estén perdidos físicamente, sino porque en lo más hondo de su corazón ni siquiera saben dónde están. Supongo que da rabia... Claro que da rabia, para qué lo vamos a negar. Cuando te miras en el espejo lo que quieres es precisamente eso... ¡VERTE! Quieres verte física y emocionalmente. Aunque no te des cuenta, pero quieres verte de ambas formas. Porque cuando sólo te ves de forma física, te sientes vacío... perdido. Y te preguntas: ¿dónde estoy? ¡Si yo antes estaba ahí! Justo ahí... Y entonces lo que quieres es buscarte. Pero ¿por dónde se supone que se empieza a buscar a uno mismo? ¿Cómo se superan esas barreras, esos miedos, que te impiden encontrarte? ¿Cuánto tiempo se requiere para finalizar la búsqueda? Y quizá la pregunta que más atormenta de todas... ¿Y si no consigo encontrarme nunca?









Qué cosas, ¿no? Cuando alguien se mira en un espejo, lo que busca es verse a sí mismo reflejado en éste. Pero ¿qué pasa cuando te miras y lo que ves no es esa imagen que esperas ver?

¿Y si no te distingues entre ese montón de formas y colores que se reflejan? 

¿Y si sólo ves a un simple desconocido? 





¿Y si...?


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65 gotas...

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