Un espejo es como un jarro de agua fría para aquellas personas que se buscan y no se encuentran. No porque estén perdidos físicamente, sino porque en lo más hondo de su corazón ni siquiera saben dónde están. Supongo que da rabia... Claro que da rabia, para qué lo vamos a negar. Cuando te miras en el espejo lo que quieres es precisamente eso... ¡VERTE! Quieres verte física y emocionalmente. Aunque no te des cuenta, pero quieres verte de ambas formas. Porque cuando sólo te ves de forma física, te sientes vacío... perdido. Y te preguntas: ¿dónde estoy? ¡Si yo antes estaba ahí! Justo ahí... Y entonces lo que quieres es buscarte. Pero ¿por dónde se supone que se empieza a buscar a uno mismo? ¿Cómo se superan esas barreras, esos miedos, que te impiden encontrarte? ¿Cuánto tiempo se requiere para finalizar la búsqueda? Y quizá la pregunta que más atormenta de todas... ¿Y si no consigo encontrarme nunca?
¿Y si no te distingues entre ese montón de formas y colores que se reflejan?
¿Y si sólo ves a un simple desconocido?
¿Y si...?
Comentarios
Publicar un comentario