Ir al contenido principal

54 gotas...

Un espejo es como un jarro de agua fría para aquellas personas que se buscan y no se encuentran. No porque estén perdidos físicamente, sino porque en lo más hondo de su corazón ni siquiera saben dónde están. Supongo que da rabia... Claro que da rabia, para qué lo vamos a negar. Cuando te miras en el espejo lo que quieres es precisamente eso... ¡VERTE! Quieres verte física y emocionalmente. Aunque no te des cuenta, pero quieres verte de ambas formas. Porque cuando sólo te ves de forma física, te sientes vacío... perdido. Y te preguntas: ¿dónde estoy? ¡Si yo antes estaba ahí! Justo ahí... Y entonces lo que quieres es buscarte. Pero ¿por dónde se supone que se empieza a buscar a uno mismo? ¿Cómo se superan esas barreras, esos miedos, que te impiden encontrarte? ¿Cuánto tiempo se requiere para finalizar la búsqueda? Y quizá la pregunta que más atormenta de todas... ¿Y si no consigo encontrarme nunca?









Qué cosas, ¿no? Cuando alguien se mira en un espejo, lo que busca es verse a sí mismo reflejado en éste. Pero ¿qué pasa cuando te miras y lo que ves no es esa imagen que esperas ver?

¿Y si no te distingues entre ese montón de formas y colores que se reflejan? 

¿Y si sólo ves a un simple desconocido? 





¿Y si...?


Comentarios

Entradas populares de este blog

71 gotas...

Ahora sabía como se sienten los pájaros enjaulados. Su jaula tenía barrotes invisibles que se le calvaban en el corazón, haciendo que su sangre le inundase los pulmones. Impidiéndole respirar. Se ahogaba en el silencio de aquellas cuatro paredes. La frustración se apoderaba de ella, dejando paso después a la ira. Se volvía loca imaginando su libertad, porque era consciente de que aún era lejana. La rozaba con la punta de los dedos en sueños y, al despertar, se desvanecía como el efímero humo de un cigarro.

67 gotas...

Hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño pueblo situado en el medio de un gran bosque, vivía un niño de ojos castaños y profundos. Como cada tarde, después de ayudar a sus padres en su oficio como reposteros, salió de casa y se dispuso a pasear por el monte para buscar frutos silvestres que, más tarde, su madre utitilzaría para sus mermeladas caseras. Cansado de deambular siempre por el mismo sendero, pensó que sería buena idea tomar otro camino, puesto que así quizá hallaría nuevas zarzas repletas de moras. Así pues, el pequeño cogió su cesta de mimbre y bajó por la colina, desviándose de su ruta habitual. Después de varios minutos andando, vislumbró entre los arbustos algo que le llamó la atención. Curioso, se acercó rápidamente y pudo observar un letrero de madera, algo podrido y mohoso, que simplemente tenía una flecha tallada en éste. Pensó que, seguramente, el letrero indicaría la dirección a seguir para llegar al pueblo desde el punto donde se encontraba. Como ya llevaba un buen ...

2 gotas...

Respiro. Respiro profundamente pero sigue faltándome el oxígeno. como si algo obstruyera mi interior y no dejara pasar el aire. El corazón se me acelera, pero yo no me detengo. Sigo corriendo, abriéndome paso entre la niebla. No sé hacia dónde voy, pero continúo avanzando. Todo a mi alrededor está borroso, como cuando se abren los ojos dentro del agua. Repentinamente, me siento caer. Grito a pleno pulmón a sabiendas que nadie puede oírme. Cada vez está más oscuro y el abismo parece no tener fin. La sensación de angústia recorre todo mi cuerpo. De repente, abro los ojos. Tan sólo había sido un sueño... Uno de tantos...