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55 gotas...

No le quedó más remedio que parar, echar el freno, respirar hondo y pensar detenidamente qué quería y qué no quería en su vida. Analizó qué es lo que realmente le hacía feliz y llegó a la conclusión de que lo que hacía ahora no le satisfacía en absoluto. Sabía que la felicidad era efímera, que duraba poco, pero tenía la esperanza de que, si alcanzaba sus objetivos, al menos conseguiría una sensación de satisfacción que se asemejaría bastante a lo que se entiende por felicidad.
Pero de una cosa sí que estaba segura; el camino no iba a ser fácil. Ni siquiera iba a tener un grado de dificultad medio. Pero por algún sitio hay que empezar. Quizá tendría que hacer borrón y cuenta nueva, fijarse otro tipo de metas, otro tipo de propósitos. Un paso muy importante también sería empezar a creer un poco más en ella misma. Entender que, pase lo que pase, podría ser capaz de cualquier cosa, de ser todo lo que quisiera ser.



Pero el camino es largo. Muy largo. 

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71 gotas...

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