Cuarta Parte
Se quedó helada, de piedra. No podía creer lo que estaba viendo. Paula, su hermana, estaba allí, después de tantísimos años. Se giró y sus miradas se encontraron. Ninguna supo qué decir. Había cambiado tanto... Su pelo, antes largo y caoba, era ahora corto y negro azabache. Sus pequeños ojos habían dejado de transmitir seguridad. Se había vuelto frágil. Al fin tuvo el valor de hablarle. Le preguntó que qué había venido a hacer aquí, ya que en todos los años que habían pasado desde que Carla se fue de casa, nunca había ido a visitarla, ni siquiera se había acercado a la zona donde vivía. Ni una triste llamada en todo ese tiempo.
Se quedó helada, de piedra. No podía creer lo que estaba viendo. Paula, su hermana, estaba allí, después de tantísimos años. Se giró y sus miradas se encontraron. Ninguna supo qué decir. Había cambiado tanto... Su pelo, antes largo y caoba, era ahora corto y negro azabache. Sus pequeños ojos habían dejado de transmitir seguridad. Se había vuelto frágil. Al fin tuvo el valor de hablarle. Le preguntó que qué había venido a hacer aquí, ya que en todos los años que habían pasado desde que Carla se fue de casa, nunca había ido a visitarla, ni siquiera se había acercado a la zona donde vivía. Ni una triste llamada en todo ese tiempo.
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