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25 gotas...

Quinta Parte

Los ojos de Paula se humedecieron a causa de las lágrimas y de su boca salieron tres palabras: "papá está enfermo". Carla no supo cómo reaccionar ante tal noticia, pero antes de que los nervios se apoderaran de ella, pensó que lo mejor sería subir a casa para que Paula le explicara exactamente cual era la situación. Una vez allí, Carla le ofreció a su hermana un té con limón, el cual ella aceptó sin pensárselo siquiera. Té en mano, se sentaron en el sofá de cuero negro del salón de la casa. Paula le explicó que su padre, tiempo atrás, empezó a tener problemas de memoria; olvidaba dónde había puesto las llaves del coche, no recordaba los números de teléfono importantes... y todo eso había ido empeorando poco a poco, hasta el punto en que ya no recordaba siquiera cual era su nombre o la calle en la que vivía. Al escuchar aquellas palabras, Carla sintió la necesidad de ir a ver a su padre a pesar de que llevaran sin hablarse mucho tiempo.

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71 gotas...

Ahora sabía como se sienten los pájaros enjaulados. Su jaula tenía barrotes invisibles que se le calvaban en el corazón, haciendo que su sangre le inundase los pulmones. Impidiéndole respirar. Se ahogaba en el silencio de aquellas cuatro paredes. La frustración se apoderaba de ella, dejando paso después a la ira. Se volvía loca imaginando su libertad, porque era consciente de que aún era lejana. La rozaba con la punta de los dedos en sueños y, al despertar, se desvanecía como el efímero humo de un cigarro.

68 gotas...

Si hablo de amor, tengo que hablar de las noches en las que me tocas el pelo hasta que me quedo dormida. De todos los abrazos que nos damos entre sueño y sueño, porque ni dormidos sabemos estar sin tocarnos. Si hablo de amor, tengo que hablar sobre nuestros besos en cada reencuentro después de pasar días separados. De las caricias en el sofá viendo la tele sin verla, porque estamos demasiado ocupados mirándonos a los ojos. Si hablo de amor, hablo de cada detalle que tienes conmigo. De las veces que te levantas de la silla para traerme algo de comer cuando tengo hambre o algo de beber cuando tengo sed. Si hablo de amor, tengo que hablar de cómo consigues tranquilizarme cuando estoy enfadada, triste o angustiada. De las veces que me haces reír incluso ni cuando yo misma me aguanto. Si hablo de amor, he de hablar de tí.

70 gotas...

A veces me cuesta mantenerme optimista, los kilómetros me dificultan esta tarea. Me consuela saber que nos sobran dedos contando los días que faltan para vernos, pero me faltan manos para contar los que nos quedan para no volver a separarnos. Hace tiempo que sé que mi hogar está allá donde tú estés, me siento una extraña si no estás a mi lado. Pero, cuando estás, es como magia.