Sabes que te hace daño y prefieres alejarte de ello antes de que se enquiste en el corazón. Te alejas porque ya sabes qué es. Porque ya lo has sufrido. Porque no te apetece volver a sentirlo de nuevo. Pero es difícil apartarlo de ti cuando existe un tira y afloja, así que cuando encuentras una oportunidad de romper ese hilo, tienes que aferrarte a ella con fuerza. No dejarla escapar porque, si lo haces, volverás a caer en esa espiral de la que cuesta tanto salir.
Ahora sabía como se sienten los pájaros enjaulados. Su jaula tenía barrotes invisibles que se le calvaban en el corazón, haciendo que su sangre le inundase los pulmones. Impidiéndole respirar. Se ahogaba en el silencio de aquellas cuatro paredes. La frustración se apoderaba de ella, dejando paso después a la ira. Se volvía loca imaginando su libertad, porque era consciente de que aún era lejana. La rozaba con la punta de los dedos en sueños y, al despertar, se desvanecía como el efímero humo de un cigarro.
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