Ir al contenido principal

23 gotas...

Tercera Parte

Decidió dejar de pensar en ello. A su madre no le gustaría verla así de triste. Sabía que si sonreía, se sentiría orgullosa de ella. Se levantó del columpio y, sin mirar atrás, abandonó el parque, dejando atrás recuerdos y lágrimas. Quizá en alguna otra ocasión volvería. El sol empezó a esconderse, haciendo que el clima se tornara un poco más frío. Llegó tiritando a casa, dejó las llaves en el cuenco que había en una mesita al lado de la puerta y se descalzó. Se dirigió a la cocina y abrió la nevera. Suspiró. Se había olvidado por completo de hacer la compra y en ésta tan sólo había un paquete de queso en lonchas, cuatro cerezas en un bol y un brick de leche semi-desnatada. Miró el reloj. Las ocho y cuarto. No estaba demasiado segura de a qué hora cerraba el súper de debajo de casa, así que pensó en bajar por si había suerte. Volvió a calzarse y bajó veloz por las escaleras. Justo a tiempo. Aún quedaban 15 minutos para que cerraran, así que rápidamente fue en busca de la sección de congelados. Buscó y rebuscó entre los productos y finalmente se decidió por unas empanadillas de atún. Ya más tranquilamente, se dirigió hacia la caja, donde ocurrió algo que ni en sus mejores sueños hubiese pensado que sucedería.

Comentarios

Entradas populares de este blog

71 gotas...

Ahora sabía como se sienten los pájaros enjaulados. Su jaula tenía barrotes invisibles que se le calvaban en el corazón, haciendo que su sangre le inundase los pulmones. Impidiéndole respirar. Se ahogaba en el silencio de aquellas cuatro paredes. La frustración se apoderaba de ella, dejando paso después a la ira. Se volvía loca imaginando su libertad, porque era consciente de que aún era lejana. La rozaba con la punta de los dedos en sueños y, al despertar, se desvanecía como el efímero humo de un cigarro.

31 gotas...

Como en un sueño difuminado en el que los colores se mezclan hasta el punto de no saber cuál es cuál. Como un océano en el que desembocan miles de ríos cada día, haciendo que sus aguas se entrelacen creando nuevas corrientes. Como una caricia tan efímera que pudiera confundirse con el leve suspiro del viento. Como una palabra atascada en lo más recóndito del alma que, por miedo a salir, se refugia detrás de una lágrima. Sincera, como la sonrisa de un niño. 

69 gotas...

Se acababa el año y sólo podía pensar en lo feliz que había sido durante esos 365 días. Desde que le conoció, no podía imaginarse la vida de otra forma, con otra persona. Y, ¿para qué hacerlo? Si tenía al lado al ser más maravilloso de todo el universo. Le transmitía tanta paz, tanta serenidad... Podía contar perfectamente con los dedos de una mano las veces que habían discutido, ¡y le sobraban dedos! Pero, a la hora de contar sonrisas.... le faltaban manos. Junto a él le sobraban los motivos para estar contenta, pues era todo lo que había soñado: atento, cariñoso, detallista, divertido... Con él podía hablar durante horas de cualquier tema o, simplemente, estar callados. Podía ser ella, con todas sus taras. No tenía que fingir u obligarse a ser alguien que no era. Ya no se avergonzaba por sus defectos. Simplemente vivía orgullosa de ella misma, a sabiendas que él vivía orgulloso también. Igual que ella de él. Y se amaban, a su manera. La manera más bonita que podía existir de amar a...