Llegó a casa y, cansada, se quitó los zapatos y se tumbó en la cama. Su mente le lanzaba una gran cantidad de pensamientos, pero ninguno importante. Pensamientos que llegaban, retumbaban unos instantes en su cabeza y volvían a marcharse para dar paso a otros nuevos. Giró la cabeza y miró una foto que tenía en su mesita de noche. Inconscientemente, la cogió y sonrió. Había estado tan poco tiempo con ella. pero le había hecho sentir tan querida... Quizá había sido demasiado pequeña para comprender todo el amor que le había regalado cada vez que la abrazaba o besaba. Ahora, recordándolo se sentía orgullosa. Orgullosa de haber tenido una persona que, aun lejos, la quería con tanta fuerza. Y, aunque ya no estaba aquí, sabía que la acompañaba y cuidaba allá donde ella fuera. Te quiero.