Ir al contenido principal

8 gotas...


Los rayos de sol le acariciaban cálidamente la cara. La brisa marina provocaba que su largo cabello moreno se moviera al ritmo de las olas. El olor de la playa le penetraba hasta lo más profundo de su ser, produciendo en ella una sensación de tranquilidad que la dejaba casi adormecida. Sus finos dedos jugueteaban con la arena; cogía un puñadito y lo dejaba caer, haciendo que una pequeña nube de polvo se elevara y se mezclara con el aire. Pese a todo lo que había sufrido, tenía la esperanza de que todo se arreglaría lo antes posible. Confiaba en que dentro de poco podría mirar hacia atrás y reírse a carcajadas de lo estúpida que había sido y de lo poco que le había merecido la pena todo ese sufrimiento. Pero aún era pronto. Demasiado. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

71 gotas...

Ahora sabía como se sienten los pájaros enjaulados. Su jaula tenía barrotes invisibles que se le calvaban en el corazón, haciendo que su sangre le inundase los pulmones. Impidiéndole respirar. Se ahogaba en el silencio de aquellas cuatro paredes. La frustración se apoderaba de ella, dejando paso después a la ira. Se volvía loca imaginando su libertad, porque era consciente de que aún era lejana. La rozaba con la punta de los dedos en sueños y, al despertar, se desvanecía como el efímero humo de un cigarro.

67 gotas...

Hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño pueblo situado en el medio de un gran bosque, vivía un niño de ojos castaños y profundos. Como cada tarde, después de ayudar a sus padres en su oficio como reposteros, salió de casa y se dispuso a pasear por el monte para buscar frutos silvestres que, más tarde, su madre utitilzaría para sus mermeladas caseras. Cansado de deambular siempre por el mismo sendero, pensó que sería buena idea tomar otro camino, puesto que así quizá hallaría nuevas zarzas repletas de moras. Así pues, el pequeño cogió su cesta de mimbre y bajó por la colina, desviándose de su ruta habitual. Después de varios minutos andando, vislumbró entre los arbustos algo que le llamó la atención. Curioso, se acercó rápidamente y pudo observar un letrero de madera, algo podrido y mohoso, que simplemente tenía una flecha tallada en éste. Pensó que, seguramente, el letrero indicaría la dirección a seguir para llegar al pueblo desde el punto donde se encontraba. Como ya llevaba un buen ...

2 gotas...

Respiro. Respiro profundamente pero sigue faltándome el oxígeno. como si algo obstruyera mi interior y no dejara pasar el aire. El corazón se me acelera, pero yo no me detengo. Sigo corriendo, abriéndome paso entre la niebla. No sé hacia dónde voy, pero continúo avanzando. Todo a mi alrededor está borroso, como cuando se abren los ojos dentro del agua. Repentinamente, me siento caer. Grito a pleno pulmón a sabiendas que nadie puede oírme. Cada vez está más oscuro y el abismo parece no tener fin. La sensación de angústia recorre todo mi cuerpo. De repente, abro los ojos. Tan sólo había sido un sueño... Uno de tantos...