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17 gotas...



El sol brillaba con fuerza aquella mañana, ya que no había en el cielo ni una sola nube que impidiera que su luz inundara la ciudad. Últimamente se sentía igual que aquel instante, brillaba igual que el sol y ningún mal pensamiento nublaba su mente. Y eso le gustaba. Le gustaba sentirse bien, feliz. Sabía que estaba superando esa mala racha que le había acompañado durante los últimos meses. Pero, al fin, después de tanto tiempo, empezaba a ver la luz al final de aquel oscuro túnel. Por fin, su sonrisa era sincera y, en su interior, reinaba la paz. Sí, había momentos en los que ese túnel volvía a tornarse completamente negro, pero tenía la suficiente capacidad y fuerza para tirar hacia adelante y encontrar de nuevo la salida. Se encontraba en las puertas de una nueva vida, tenía las llaves en su mano y estaba dispuesta a abrirla y cruzar el umbral, haciendo así que su corazón volviera de nuevo a latir con la misma intensidad de antes.

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